domingo, 6 de marzo de 2011

Ética, estadísticas y burocracia

«¿Víctimas? No seas melodramático. Mira allí abajo. ¿Sentirías compasión por alguno de esos puntitos negros si dejara de moverse? Si te ofreciera 20.000 dólares por cada puntito que se parara, ¿me dirías que me guardase mi dinero o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar? [...] Temo que no acabas de ver las cosas con claridad. Nadie piensa en términos de seres humanos, los gobiernos no lo hacen. ¿Por qué íbamos a hacerlo nosotros? Hablan del pueblo, del proletariado... y yo de los tontos y de los peleles, que es lo mismo.»
Harry Lime, El Tercer Hombre

Fue por primera vez durante la Gran Guerra, pero desarrollados completamente en la II Guerra Mundial, cuando se utilizaron de manera sistemática los aviones en el combate. Hubo, según Jonathan Glover, una deriva militar en el uso de los bombardeos durante la guerra: una primera fase, de bombardeos localizados, en la que hubo una total (aunque imposible) prohibición de objetivos civiles. En una segunda fase, una vez aceptados los márgenes de error de los ataques localizados, se pasa al bombardeo zonal, que incluye tanto objetivos militares como civiles directamente relacionados con la guerra. La última fase, la del dominio del aire, incluiría ataques directos a poblaciones civiles, siendo preferentes, por su hacinamiento, las de los barrios obreros. Esta deriva preparó el camino para la aceptación moral de la bomba atómica.

Esos aviones que afirmarían la tesis de Diderot1 han seguido un proceso paralelo al proceso burocrático de considerar a la gente como números, otro tipo de distancia de similares consecuencias a la de ver a alguien tan lejano que tenga el tamaño de una golondrina.
Los principios morales que regirían la burocracia serían similares a los del bombardeo: distancia, insensibilidad moral, interrupción de la simpatía, erosión de las restricciones que impone la sensibilidad moral, fragmentación de la responsabilidad, decisión por fases y la difuminación de las fronteras morales. Tal y como afirma Anders,
  • Sin cesar va aumentando la índole abstracta y, por tanto, también cruel de todas las relaciones humanas.2
  Así como para el piloto es sencillo arrojar un racimo de bombas sobre un grupo de puntitos y cuadrados, porque así se lo ha ordenado el alto mando militar y sus superiores, el burócrata puede decidir la reducción del pan en el racionamiento, o el desvío de penicilina al frente. O la supresión de una ayuda del estado a familias desfavorecidas. Puede hacerlo, porque existe una distancia, física, moral y abstracta, entre el burócrata, el piloto y los números, los puntitos. Puede hacerlo porque ha eliminado cualquier tipo de simpatía por medio de la abstracción. Puede hacerlo porque se ha insensibilizado moralmente ante aquello que tiene delante, que no son sino abstracciones. Puede hacerlo porque, en caso de sentir culpa o remordimiento, puede repartir su responsabilidad entre todos aquellos que le rodean y que construyen, como él, la maquinaria bélica o burocrática. 
 
1. Diderot, D. “Carta sobre los ciegos” Trd. Escobar, J. Ed. Pre-textos, Valencia, 2002. Pg 19
2. Jünger, E. “Sobre el dolor, seguido de La movilización total y Fuego y movimiento” Trd. Sánchez, A. Ed. Tusquets, Barcelona, 2003. Pg 210
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Ética, estadísticas y burocracia by Juan Enrique Ordóñez Arnau is licensed under a Creative Commons

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